Si de algo me siento orgullosa en esta vida, es de los principios y valores que me ha inculcado mi familia, de darme a conocer los límites. De pequeña cuestionaba todo lo que pasaba en mi alrededor a cada momento y si no me quedaba clara la respuesta ya me encargaba yo de cuestionarla hasta la saciedad. Como Locke, Hume, Russel y otros grandes autores, comparto la idea de que el ser humano es empirista por naturaleza, es decir, nuestros pensamientos y acciones se rigen o dependen en cierta manera de las experiencias que hayamos vivido y según tengo entendido deberíamos aprender de estas.
Pero la mayoría de las veces, el corazón gana a la razón y la experiencia, y eso es lo que me mata. Entonces fue cuando empezaron a surgir preguntas en mi cabeza, preguntas que mi madre ya no podía responderme, y que yo tampoco tenía intención de preguntarle.
Con el paso del tiempo comprendí que hay ciertas preguntas para las que no existen respuestas, comprendí que nadie iba a guiar mis pasos y en la actualidad sigo en la lucha por autoconvencerme de que puedo con todo yo sola, pero la mayoría de las veces me quedo estancada en el camino por no tener a ese alguien que me de el empujón para salir
Ese alguien ha aparecido a veces, y con las mismas se ha ido, y he tenido que continuar el camino sola, tropezandome y levantandome por mi propio pie, por eso me aferro a la convicción de que tengo un amor propio envidiable, cuando no es así. Meras apariencias, todos los seres de este planeta, por muy fuerte que parezcan, tienen sus miedos y limitaciones. Yo la primera, digamos que me he hecho de lo que me quitan y no de lo que me dan. Quizás por eso me veo tan diferente a ellos.
Y es que soy de las personas que se fija en lo vacío del vaso, aunque este medio lleno, soy de las que al final de cada día se encierra en sí misma y comienza a reflexionar y a hablar consigo misma, porque sí, porque mejor que yo no me conoce nadie.
Comprendí que nunca nadie sería capaz de dejar huella en el alma de alguien que vive tan encerrado en sí mismo. Soy de olvidar, pero no de perdonarles, porque aquí nadie hace nada sin querer y me mantengo al margen porque hace tiempo que sé como sois.
Mi cruz a la espalda, el resto de frente.
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Me he sentido muy identificada con esta entrada ya que pienso igual, nos pueden acompañar en el camino pero al fin y al cabo estamos solo con nosotros mismos todo el tiempo y hay cosas que solo nosotros nos podemos responder a base de lo que hayamos o no vivido. Pese a esto siempre hay gente que puede ser piedra o faro en el camino y hay que saber identificarles.
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